viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Cómo aprenden los alumnos? Evidencia 1

Dos fueron las grandes corrientes metodológicas de la enseñanza de lenguas extranjeras durante la segunda mitad del siglo XX. Se trata del método audiolingüe y del enfoque comunicativo. Otros métodos existían con anterioridad o convivían con éstos, como el método de gramática y traducción, el método directo, la sugestopedia, el método silencioso, el método de respuesta física total o el enfoque natural, aunque no gozaron de tanta repercusión.



El método audiolingüe, que surge en los Estados Unidos, está íntimamente relacionado con la teoría de aprendizaje conductista y la lingüística estructural. Siguiendo esta metodología, se realizan ejercicios mecánicos de repetición para adquirir hábitos lingüísticos. Se recurre, por lo tanto, a la práctica descontextualizada y memorización de estructuras. Dos manuales que siguen este enfoque metodológico son Español 2000 (García Fernández y Sánchez Lobato, 1981) y Español en directo (sánchez, Ríos y Domínguez, 1974), que se siguen reeditando hoy en día.

Por otro lado, el enfoque comunicativo, ligado al cognitivismo, al constructivismo, a la teoría de los actos del habla y a la lingüística cognitiva, surge en Gran Bretaña como una alternativa al método audiolingüe. Bajo el paraguas del  enfoque comunicativo hay diferentes modelos de enseñanza de una lengua, haciendo en todos los casos un uso significativo de ella, con una gramática al servicio de la comunicación, actividades comunicativas y alumnos activos que tienen mayor autonomía sobre el aprendizaje. Representantes del enfoque comunicativo son los manuales Para empezar (Martín Peris, 1984), Intercambio (Miquel y Sans, 1989) y Gente (Martín Peris y Sans, 1997), si bien siguen modelos diferentes.

En Para empezar, que sigue una programación nociofuncional, las unidades se estructuran en torno a varias situaciones reales. Los contenidos léxicos, gramaticales, etc., parece que son tratados dentro de esas actividades. No hay tarea final, sino que hay varias actividades. Tampoco hay tarea final en Intercambio, también nociofuncional.

Por su lado, Gente sigue una enseñanza mediante tareas. Analizando una de esas tareas finales, en las que los alumnos tienen que crear el libro de cocina de la clase, vemos que hay varias actividades que preparan al discente para la realización de una receta de cocina, con las que practica las herramientas que necesita. A lo largo de toda la unidad, las actividades, que corresponden a su vez a diferentes situaciones reales, presentan léxico, expresiones, gramática, etc., lo que facilita la elaboración de la tarea final. Personalmente, no creo que escribir una receta mantenga al alumno motivado durante toda la unidad. Las actividades de expresión escrita resultan muchas veces aburridas. Sin embargo, creo que está bastante bien planteada ya que, al hacerla en grupo y con una finalidad (crear el libro de recetas), es más atractiva y el alumno se esforzará.

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