El papel del profesor ha cambiado drásticamente con la (cada vez mayor) aceptación de un enfoque comunicativo en la enseñanza/aprendizaje de un idioma. Hemos pasado de ver a un alumno que no participa activamente en el proceso y planifiación del aprendizaje y un profesor que se limita a seguir un método y un manual, a un alumno que se implica, se hace responsable del aprendizaje de la lengua (que no quiere decir que está solo) y un profesor que encuentra ante sí un abanico de adjetivos con los que calificar su rol en la enseñanza.
El profesor no es ya la única fuente de conocimiento (además del manual). Es ahora facilitador del proceso comunicativo, guía de la dinámica de la clase, coordinador, animador, participante, organizador, etc. El docente tiene muchas funciones y de él depende aquellas que adopta.
Según E. Martín Peris (1998), entre las funciones del profesor están el análisis de las necesidades subjetivas de los alumnos (a partir del cual se negocian los objetivos, contenidos y procedimientos), creación de ocasiones de aprendizaje (el profesor elige qué actividades son las más apropiadas y cómo llevarlas a cabo para su mayor aprovechamiento), motivación para la tarea (las actividades deberían ser atractivas y cercanas a los alumnos), investigación en la acción (la enseñanza de un idioma es un proceso dinámico, por lo que el profesor debe estar pendiente de cómo se desarrolla en el aula), interpretación de la actuación de los discentes, planificación/improvisación (si bien el profesor debe preparar la sesión y el curso, la improvisación tiene que existir para aprovechar al máximo las oportunidades de aprendizaje) y evaluación del proceso.
Por su parte, el papel del alumno también ha cambiado. Nos encontramos ahora con un alumno que tiene una mayor responsabilidad en el proceso de aprendizaje. Es un papel protagonista; se implica activamente. Además, es un alumno autónomo que sabe qué quiere aprender, para qué quiere aprender, cómo quiere aprender y controla el proceso.
Los textos, orales o escritos, son el eje alrededor del cual se desarrolla la tarea. Para la consecución de la tarea, los textos suponen el input (leemos o/y escuchamos) y, quizás, el output (escribimos o/y hablamos). Hay muchísimos tipos de textos, pero se pueden hacer varias clasificaciones. Una de ellas se centra en si son orales o escritos. También distinguimos entre textos de producción o de recepción. Los textos también se pueden clasificar según el ámbito de uso al que pertence (personal, público, profesional o educativo (o varios)). Los textos pueden ser auténticos, producidos sin relación con la enseñanza de la lengua, o creados específicamente para ello.
Un texto, como parte fundamental de la tarea, debe ser motivador, coherente, estar relacionado con la tarea y ser fundamental para su realización. Cabe decir que no hay textos inadecuados al nivel del alumno, sino que hay actividades inadecuadas.
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